Cuando un barco se desvía unos pocos grados en un viaje, y no corrige este rumbo, definitivamente no llegará a su destino previsto, e incluso puede terminar en una tragedia. Eso nos ocurre también a cada uno de nosotros, por eso debemos detenernos unos momentos y corregir el rumbo de nuestra vida.
Quizás hemos logrado tener una linda familia, un buen trabajo, pero tal vez tengamos problemas con algún hermano, no hayamos actuado correctamente en el trabajo o no seamos un buen ejemplo para los hijos, y por eso hemos sufrido o hecho sufrir a los otros. Nuestro rumbo no puede ser simplemente ser feliz aquí, nuestro destino final es la eternidad, el cielo. ¿Cómo podremos enderezar este rumbo? Es posible que tengamos que pedir al Señor el ser humildes, misericordiosos, rezar con más intensidad, y así poder hacer el bien a los otros. Y de esta forma podremos ayudar a los demás a enderezar el rumbo de sus vidas. San José, ruega por nosotros.
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